martes, 21 de marzo de 2017

Panolla el Heladero vs el Niño de Bainoa

Autor: Andrés González

Panolla el de Fermín lucía un boxeador peso "pesado" en proporciones físicas, dígase en libras y estatura (hasta en carácter le agregaría yo) un diamante del cuadrilátero solo que sin pulir, así lo visualizó El negro Julián, un promotor del INDER que se apareció un día en el Caraballo de los sesentas y que estoicamente estableció morada temporal en la celda de la Casa de las Milicias para poder expandir la recreación y el deporte entre los jóvenes de nuestro pueblo.
En su cacería de talentos Julián descubrió a Panolla aferrado con sus dos manasas a los manubrios de su triciclo, bufando y hundiendo alternativamente los pedales con sus tenis blancos de cordones (size13), su camisa de cuadros y sus pantalones deshilachados, cortados a tijera a medianía de canilla, sudoroso por la calle Real, bajo el sol del mediodía, sonando de cuando en cuando una campanilla dorada que reposaba sobre la tapa metálica de su nevera rodante repleta de hielo seco y paleticas de helado….
Lo vio pasar por las cuatro esquinas rumbo al parque y hasta allí lo siguió. No le fue difícil convencerlo pues la popularidad y la fama son pocas veces rechazadas por los mortales y así pintolé Julián a Panolla entre campanazo y campanazo la carrera boxística que lo llevaría desde los niveles municipales hasta las Olimpiadas.
Entrenó secretamente bajo la supervisión de Julián que sacó de unas cajas que apilaba en el calabozo de donde afloraban entre otros enseres deportivos, mangos de sables de esgrimas, pelotas, redes y paletas de pin pon y hasta tableros de ajedrez; unos guantes de boxeo, una pera inflada y un saco de arena que colgó de una viga del techo en el otro cuarto contiguo.
Empezamos a ver a un Panolla diferente, en el parque se apartaba del grupo del banco por cortos periodos de tiempo y comenzaba a tirar ganchos y a esquivar golpes para reincorporarse a la conversación con un aire orgullosamente deportivo. Un mes más tarde el INDER anunció una cartelera de boxeo, y de repente esto lo convirtió de heladero a pugilista, ahora en vez de rivalizar con Luis Lago en las ventas de vasitos de mantecado en las tardes, haría la estelar y última pelea de la noche con El niño de Bainoa.
El ring lo construyeron en el patio de cemento de la escuela de las monjas, elevado de tablones de madera con postes almohadillados unidos por tres sogas de yute tensas, una tendedera eléctrica con un foco gigante de mil watts que colgaba en el centro del cuadrilátero, y el público (nosotros) de pie.
Como camerino para los boxeadores fue habilitado el pasillo de entrada de la escuela, allí Panolla vio salir a los pesos plumas al combate, escuchó los campanazos, la algarabía, los golpes secos y sordos de los guantes, trató de disiparse contemplando los animales disecados de la vitrina, no le gustó ver lo diferente que lucían las caras de los que regresaban, se volvió a concentrar en el pez guanábana lleno de espinas que lo miraba indiferente, regresaron los pesos medianos uno de ellos con un tapón de algodón ensangrentado colgándole de un hueco de la nariz.
Llegó su turno, al salir miró de reojo a la jutía que parecía decirle adiós desde su rama seca, caminó hasta la escalera del cuadrilátero con la toalla por encima de los hombros caídos y subió los escalones con el ánimo de un condenado a la horca; sentado en su esquina y sin oír las instrucciones que Julián le daba alcanzo a ver al niño de Bainoa, negro y brilloso en sus 7 pies de altura, chocando sus guantes de frente como dos locomotoras. Julián lo animo diciéndole "Guapea que a ese lo nokeo Milian el PINAREÑO" "Que Milian el que peleó con ESTIVENSON?". Preguntó Panolla ....Pienso que al oír la campana Panolla hubiese preferido mejor venderle un helado al Niño de Bainoa…..Un derechazo en el esternón lo hizo dar media vuelta sin que el réferi se lo indicara y sentarse en su esquina diciendo que no con la cabeza; Nicasito que era para su suerte el médico deportivo designado, se pasó entre las sogas con sus zapatos de charol, su maletín de mano, le tomó por la barbilla, lo miró a los ojos y le dijo a Julián que tirara la toalla......... Panolla volvió al helado, Nicasio a sus pacientes, Julián fue removido de su cargo en el INDER poco después cuando se supo que le había dado un beso sorpresivo y bucal a un amigo mío en un arranque de pasión mientras lo entrenaba en ajedrez.....que conste que no fue a mi... yo iba a empezar en esgrima pero lo botaron....

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