jueves, 5 de febrero de 2015

EN GUAGUA COMO ESTELA LA DE SANTO ALONZO

Autor: Andrés González



Caraballo no tuvo semáforos, en realidad nunca nos hicieron falta  y ahora menos según me cuentan) para ver a alguno colgando y con sus tres cambiantes colores si la memoria no me falla había que irse a Guanabo o a San Jose de las Lajas, pero no es de semáforos la historia de hoy sino de guaguas y guagueros, de ómnibus y choferes y de eso sí que teníamos. Por los cuarentas y cincuentas habían viajes directos a la ciudad de La Habana en guaguas General Motors con espaldares picantes y suspensión de aire que las hacían bambolearse lateralmente en las curvas como alfombra voladora mágica rodante, rutinariamente asaltadas en su ir y venir por el melodioso pregón de el vendedor de Cremitas de Leche que se montaba en Tapaste y detenidas por diez minutos de parada obligada en la cafetería del Entronque de Jamaica para saborear sus olorosos suaves y enmantequillados panques de maíz . El directo desapareció como tantas cosas en los sesentas, mención especial para su reemplazo, una guagua húngara que hizo su debut con un simbrado general de toda la anatomía del pasajero debido a la vibración de su motor que tal parecía que los empastes dentales se te iban a desprender, suerte que no era constante el episodio vibrador y que se extinguieron pronto por falta de repuestos Las Leylands Inglesas vinieron a salvar a Caraballo y la ciudad y le dieron transportación y trabajo a la gente de nuestro pueblo cuantos caraballenses choferes planchados y con camisa blanca cuello corbata y en sus manos el marco de aluminio espaldar de cordones plásticos tejidos veíamos salir del pueblo rumbo a las terminales a cumplir con su turno en la 49 en la 70 la 126 o la 44 esta última paradójicamente el (nonstop) directo rumbo a la Habana en dirección contraria a Aguacate, un verdadero viaje infinito de tres horas y media para llegar a la capital y sin poder mirar para afuera por la tierra roja de sus ventanillas en tiempo de agua. Con suerte en las combinaciones sensatas y mejor cogiendo el lado de la sombra, se llegaba a la capital en menos de dos horas, ya allí lo demás dependía de a lo que se iba, pero con el servicio regular y las confrontas de madrugada se podía ir al Cine Payret, o a tomarse un helado en Coppelia o ir al Calixto Garcia a visitar a un familiar o amigo ingresado, siempre en los primeros viajes con el temor a estar atento a los cambios de luz para cruzar las avenidas y saber dónde bajar sin GPS ni mapas , solo con la ayuda de la memoria del guaguero habanero que manejando con un dedo el negro timón y sentado de medio lado y al cual le habías dicho inquisidoramente ya tres veces que tu te querías bajar en la parada de El Puente Almendares. Él te miraba por el espejo retrovisor y te decía .."AQUII Guajiro....." PARA TERMINAR... .... Fofi y Santica llevaron a su madre Estela la mujer de Santo Alonso a la Habana a un turno médico, hicieron el viaje desde Caraballo en guagua y se bajaron en el parque Central, cruzaron Zulueta y se montaron en la 27 en el Hotel Plaza, como nadie le daba el asiento a Estela ella se acercó al más joven que vio indiferentemente sentado y se dejó caer de fondillo en sus muslos, funciono y el muchacho galantemente le cedió el asiento, cuando el chofer les dijo" AQUII". Fofi se bajó por la puerta delantera y Santica por la de atrás, la guagua arranco y siguió su ruta, fue cuando se dieron cuenta de que Estela había seguido viaje cada uno pensó que el otro se había encargado de bajarla, Fofi desesperado pudo conseguir un taxi y se dio a la persecución de la Leyland, pensaba en lo mal que lo estaría pasando su madre, cuando la alcanzo EN UN SEMÁFORO EN ROJO subió sudoroso y angustiado buscándola con la mirada, ella había mejorado su posición y miraba entretenida por la ventanilla , el la toco por el hombro y le dijo "MAMAA! MAMAAA! ella tranquila le pregunta..... ES AQUII? Por eso Siempre que los caraballenses viajamos cómodos tranquilos despreocupados y CONTEMPLANDO EL PAISAJE Decimos que vamos como ESTELA LA DE SANTO ALONZO.

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