Autor: Andrés González
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Poner las
cosas de atrás pa’ alante es un poco complicado, además para qué?, si tan
siquiera pudiéramos INVERTIR EL TIEMPO, transponer o trasladar la Era Cibernética,
los correos electrónicos, los mensajes de texto, y Facebook, para los años sesenta,
cuando empezó la gran dispersión de afectos, no nos hubiésemos perdido tanta
amistad y a veces hasta, tanto amor en una época donde mantener correspondencia
con el extranjero era una debilidad .... ideológica....... En Caraballo una de
las pasiones de Amaury el maestro era invertir el orden de las cosas, quizá por
ser profesor de matemáticas trabajar con los quebrados, y las incógnitas; invirtió,
fraccionó y puso a cada uno de sus hijos nombres alegóricos e inversos, a un varón
nacido en el mes de Octubre lo llamo Erbutco, una hembra que nació en Abril la
nombro Lirba; nombró a Lais así pero en el fondo quería hacer alegoría a la
palabra ISLA...
La otra pasión o debilidad de Amaury el maestro fue querer
comunicarse con su primer amor una Jaruqueña que abandono la isla, en cuanto le
llego su oportunidad, Olimpia que así se llamaba desapareció de su vista pero
no de su memoria, no de su mente, y mientras seguía poniendo nombres con letras
inversas a los hijos que le siguieron llegando buscando y buscando un día encontró
en el pueblo a la persona que sabía de Olimpia y su dirección, fue entonces así
que se bajó de su bicicleta en casa de Lolita Genes, se sentó en su comedor y
le confeso que Olimpia era lo mejor que había pasado en su vida y que quería
escribirle y contarle cuanto había sufrido por su ausencia, cuanto la amaba aun,
y cuanto la echaba de menos. Lola lo complació, así Amaury comenzó a escribir
la carta más larga de la historia de Caraballo, infinita como las matemáticas, siempre
con algo nuevo que agregar cada día y plasmando su sentir, hoja tras hoja,
estas fueron multiplicándose y apilándose sobre su mesa en creciente epístola.
Dos meses después ansioso regreso por donde Lola a quejarse de su problema,
pues por su volumen era imposible que el correo le aceptara el manuscrito, además
nadie salía ni entraba a la Isla que le pudiera hacer el favor de hacerle
llegar a Olimpia las encendidas y apasionadas palabras escritas con tanto
fervor,.....
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