martes, 28 de mayo de 2019

Allá tu que te vas, Allá tu nada mas

Autor: Andrés González

Haciendo una L…, la parte larga de la letra por la calle Céspedes (la bodega), la parte corta (el Bar) por Martí, tiene Alfredo Mesa su negocio. El mostrador arranca de la pared común con la tabaquería de Bolaños, pero lo interrumpe una nevera blanca a través de cuyo cristal inclinado en ángulo de 45 grados en formación, iluminados por un tubo de luz "fría" se alinean piernas de jamón y mortadelas circulares de varios tonos de rosado, salchichones y chorizos y un pie más abajo en otro estante paralelo unos quesos redondos de cascara roja, unos pomos grandes de cristal y tapas de rosca; algunos mediados de mantequilla muy amarilla con cuchara plana de madera para untar incluida, otros de aceitunas verde oliva y otro de pepinillos en curtidos en vinagre; todos protegidos del calor de las tardes caraballenses,
Después de la nevera y haciendo un ángulo recto el mostrador de caoba oscura se enfrenta con una hilera corta de banquetas giratorias fijadas al piso por tubos niquelados y tapizadas en hule rojo, Si te inclinas un poco puedes ver el fregadero metálico los vasos y las tasas de café escurriéndose del fregado, un poco de aserrín de madera para no resbalar en el pasillo y el refrigerador de cuatro puertas con letreros de anuncios de cervezas. Hay una cafetera comercial a la derecha de esas de tubos contorneados y llaves de palanca que conectan con unos cilindros plateados de donde al final sale el café más negro y oloroso del mundo y una batidora y un cubo con mameyes maduros, tres mesas de madera al otro lado, cada una con cuatro sillas y empotrada colorida y llena de discos entre dos puertas verdes, altas hasta el techo contra la pared de piedra la vitrola................
Del Buick negro del 58 se bajaron los dos mulatos, parquearon por la parte del bar, entraron y se pararon titubeando y acomodándose los sacos claros de verano, al final se sentaron en las banquetas, Alfredo Mesa terminaba de envolverle a una niña de unos nueve septiembres de edad en la parte de la bodega, en papel encerado un bocadillo que de galleta a galleta de soda pudiera haber tenido una pulgada de altura de láminas de jamón y queso, que era en si su premio, agregado a la suma total, cuando su madre la enviaba a pagar la factura mensual que le debían a la bodega….
Entró Pichiro el tabaquero a tomar café pues ya le tocaba encender su cuarta breva del día; pero reconoció al visitante, giró en redondo y salió disparado para la tabaquería, no sin antes decirle al bodeguero.... "uno de esos dos es el cantante Orlando Contreras". Mesa se colocó el lápiz detrás de la oreja, dejó a la diminuta y grácil cliente saboreando las primeras mordidas de su merienda, se paró delante de ellos, los saludó y les pregunto qué querían tomar y ellos optaron por Bacardí, hielo y Coca Cola. Al momento, el bar se llenó de tabaqueros, salieron las obreras del taller de ajustadores de Miguel el Gallego apilándose en el portal, tratando de ver al bolerista. Obdulio y su hermano desatendieron su puesto de viandas y frutas por la novedad, y hasta Jesús la Campa se asomó en la puerta de su tienda de telas y encajes preocupado por el flujo de vecinos. En el tumulto y la algarabía alguien puso un nickel en la vitrola y eligió "Mi Corazonada", y me cuenta la niña que a una cuadra de distancia caminando de vuelta a su casa, podía aun escuchar la voz en vivo de Contreras a dúo con el mismo, sobresaliendo por encima de su disco, tarareando, “ALLA TU... ALLA TU... QUE TE …VAS, ALLA TU.... NADA MAS…”

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