Autor: Andrés González
Como un uno redondo y negro en el marfil de una ficha de domino me vi en el
espejo un nuevo lunar a medio camino entre la cadera derecha y mi hirsuto
sobaco, ilustroles... de ser yo un caballo seria en el mismo lugar donde se
hunde la espuela del jinete en el costado de la bestia.
Recordé que el día anterior me había sentado en el jardín en una de las
cuatro sillas de mi mesita de patio a disfrutar de esta retardada y escaza
primavera con un vaso de vino rosa y la contemplación de unos venaditos que
devoraban las recién compradas flores de los vecinos, y había sentido el
cosquilleo que me producía debajo de mi camisa, algo minúsculo, que, saliendo
del pozo de mi ombligo hacia camino entre los pelos de mi barriga, en dirección
ascendente.
Así que, desconfiado del nuevo punto oscuro en mi pellejo y su halo rosado,
yo con espejuelos de aumento y más luz, pude verla ya, casi mía… atrincherada…
tan aferrada y tenaz, con sus seis paticas, embebida, vampiresa en el fondo húmedo
del cráter de la ulcerita que ya era su domicilio.
Costo más trabajo sacarla que a inquilino mala paga, a base de fomentos con
alcohol para marearla y vaselina para quitarle la ventilación y ahogarla se soltó
de mala gana de mi piel con un click metálico la dichosa garrapata de venado, después
de batallar por largo rato con una pinza de cejas que con sus aguijonazos al hurgarme
me dieron ganas de salir al galope....
Hablando de galope, así de prisa me llego una pareja de madrugada a una
posta medica en un remoto pueblo en mitad de la isla; ella, la esposa aullaba
de dolor, habían velozmente cabalgado kilómetros dando espuela a una pobre
yegua; pues ocurrió que mientras la campesina dormía un escarabajo, “un
gallego" de esos que revolotean en las noches alrededor de las bombillas
encendidas se le había introducido en un oído y pataleaba confuso y
desorientado en dirección a su tímpano; solo se detuvo con unas gotas de
alcohol.........
En Caraballo, Miguel el Gallego espera tabaco humeante en boca, por su
pareja en las partidas de domino. A una cuadra de la fonda de Luis, en las
cuatro esquinas, que es donde van a jugar, Ramonin Prendes se viste
apresuradamente para la cita competitiva, toma el pantalón de gabardina de un
clavo de la pared, se alisa las canas con el peinecito de carey, se lo guarda
con una caja de cigarros y sus fósforos en el bolsillo de la camisa y sale
justo a tiempo para llegar en el momento del tranque y pollona de la pareja
perdedora....
Ramonin tiro del taburete y tomo asiento, justo cuando se inclinaba para
virar y revolver las fichas, sintió el primer aguijonazo, quemante en un testículo,
se paró pálido y crispado por el dolor, su primer impulso fue el de
desabrocharse el cinto y bajarse los pantalones, pero el pudor se lo impidió, comenzó
a caminar por la acera tratando de regresar, pero esta vez a cada paso, fue más
feroz y repetido el ataque a nivel de las ingles y el pubis. Justo cuando
pasaba frente a la barbería de Hevia, lo sintió moverse hacia la zona sacra y
lo punzo tanto a nivel del hueso de la alegría que se arqueo hacia atrás del
dolor, y apuro el paso bufando, cuando pasaba frente a los portales de las
moritas y las Aguiares ...
A la altura de carnicería de Rogelio Gutiérrez, llevo su mano atrás ante la
mirada curiosa de Orlando que paro de afilar su cuchillo por un momento, lo
atrapó, pero a través de la tela del pantalón el alacrán le dio su última
estocada en la palma de la mano antes de morir aplastado ….
Cinco difusas moralejas para concluir:
1) Hay que cuidarse de los bichos de seis y de dos patas.
2) El aguijón y la espuela a diferencia de los caballos y los
toros, no se han hecho para los hombres….
3) Cuando quiera no tener problemas con los gallegos u otras
nacionalidades apague la luz y taponéele los oídos a su mujer.
4) Tenga siempre algo que contenga alcohol en la despensa y por
qué no... vaselina...
5) Aunque le pique fuerte allá abajo, en público…. resista, compóngase
y nunca se baje los pantalones….