Anoche di gracias por
poder hacer ejercicio de la "comparancia" un término que por primera
vez le escuche decir a un guajiro por los ochentas cuando le pedí que me
mostrara también la rodilla que no le dolía en una posta medica de Ciego de Ávila.....
Me había autoprometido
no regresar, en sí, no quería estar físicamente en el mismo lugar donde alguien
había decidido por mí y en contra de mi voluntad por muchas cosas, por nombrar,
un par: Que tiempo debía estar separado de mi hija menor de edad (fueron 5 años)
y luego que tiempo debía purgar en una "lista negra" sin poder
regresar, cuando ya estaba ella adulta y conmigo acá (10 años más). En total,
entre lista excluyente, mi renuencia y resentimiento, la impredecible,
jicoteistica y carretosamente lenta renovacion y habilitación del pasaporte; al
cabo de 17 primaveras este otoño, después de votar temprano…. viole mi promesa.
"La comparancia"
no es afin a todos, son ajenos a ella quienes han permanecido el 100% de su
tiempo vital en un único ambiente, muchos de los americanos que trabajan
conmigo y muchas de las personas que visité por cuatro días al sur del estrecho
carecen de "comparancia", de ahí la enorme dificultad de explicarles
y que comprendan aspectos simples rutinarios y diversos de la otra orilla.
Así que di gracias anoche
como les digo porque un 50/50 de "comparancia" es una bendición, un
privilegio, útil para saber lo que se tiene o lo que se ha perdido. Nunca entenderán
mis vecinos que me abrazan después de dos décadas de no verme, que no sé el
nombre, que nunca he conversado y que aparentemente soy invisible para la mujer
de la casa de al lado de la mía. Imposible será entender para el maestro judío
que trabaja conmigo que el Souvenir que le traje lo compre en La feria de la
Rampa en la mesa llena de baratijas de un amigo de la infancia que prefiere ese
empleo a ser profesor de Ingeniería en la universidad.
Me compenso mucho
saber que mi Toyota Yaris del 2008 valga allí 48 mil CUC, cosa que por supuesto
nadie aquí querrá creerme, ni que un cráter en una acera pueda permanecer
carente de aviso señal o protección por tiempos inmemoriales o que los perros
en manadas (como acá los venados), en reyertas de amores e indiferentes casi
suicidas se te interpongan ante las luces del carro como volanta sin luz, y que
le pongan botellas plásticas con agua para que no se orinen levantando su pata
trasera descaradamente en los muros de los portales. Que aun sea adorno una
caja de cartón vacía de puré de papa sobre un refrigerador o una lata de aceite
de oliva vacía también en una mesita de noche, o que las luces solares para jardín
puestas al revés se usen como candelabros en un centro de mesa.
Lolita la abuela de
Felix Molina tenía una promesa incumplida y pendiente con el viejo Lázaro, el
de los perros y las rodillas sangrantes. Se acercaba el 17 de diciembre y ella
no dejaba de insistirle, imperiosa al nieto, "tengo que llegar al Rincón
de rodillas con una vela encendida entre las manos". Al amanecer del 17
Felix Molina le saco el asiento posterior a su Renault, puso una colchoneta en
el piso, cargo a lolita, la arrodillo en la parte trasera, con el mismo fosforo
encendió su largo tabaco y una vela blanca que le colocó a Lolita entre las
manos, puso primera y se perdió en la oscuridad de la calle Real de Caraballo
en dirección a Los 4 Caminos..... ese es un cuento de 48 mil CUC, me lo hacia riéndose
a carcajadas..... pero para entenderlo hay que tener "Comparancia".
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