lunes, 28 de marzo de 2016

El golpe aéreo

Autor: Andrés González
Como Espada de Damocles, colgando milagrosamente de un arique se balancea, seca y muerta a los golpes de brisa una penca y su yagua en lo alto de la palma que queda a la derecha de la iglesia, "la que mira" a la casa del Electricista Pepe Cielo. Las pencas, impredecibles, eran en sí la única posibilidad de sufrir un inesperado golpe aéreo principalmente por estar sentado en el banco equivocado a la hora equivocada. Cuestión Infrecuente de suerte "mala" en Caraballo en el caso de las altas Pencas Asesinas.
Abajo y en las noches a nivel del tronco de esa misma palma designada "La Base" la suerte no era mala ni buena, era solo eso, suerte, en forma de piedrita saltarina y encubierta en el ritual repetido de manos a la espalda y después mostrada al frente oculta y a elección al próximo de la línea, en uno de los puños cerrados y antebrazos en cruz. Suerte primero y reglas de juego en el apasionante "Escondido" de la que recuerdo par de ellas "TENGO EL UNO Y DOY LA PIEDRA!..... EL PRIMERO SE QUEDA Y EL ULTIMO SALVA POR TODOS!...
Fue cuestión de suerte también el día que subimos al campanario, había una misa funeral de cuerpo presente, y la monja canadiense nos abrió la puerta lateral de la sacristía nos llevó al ropero y nos dio a cada uno de los aspirantes a monaguillos una calurosa sotana negra. Sentado en el banco lateral entre Arnelio y el Gallo; y sin otra función que mover los labios aparentando balbucear algo que no entendía, cambiando posiciones según el momento de rodillas a sentados y a de pie, envidié la destreza de Rafelito el Gallego auxiliando al cura en el ritual de esa misa, presumiendo de y, al mirarnos de reojo, sus frases memorizadas en perfecto Latin, su soltura con el humeante y oloroso péndulo del quemador de incienso, o con el recipiente de Agua Bendita rociada sobre el ataúd por el sacerdote.....
Ernesto Botellita el funerario saco con solemnidad y rodando, seguido de amigos y familiares al difunto de la iglesia, entre sonoros espaciados y lúgubres campanazos, lo llevo hasta la calle real donde lo esperaba con puertas abiertas la carroza fúnebre y el carro de las coronas. La iglesia quedo vacía, todos los monaguillos fuimos sudados a devolver las sotanas, el cura canadiense había empezado a desayunar y la monja le ponía sirope a algo que me pareció una torreja de pan (años después supe que era un pancake), las campanas dejaron de sonar, obvio que el entierro había llegado a la salida del pueblo. Los cuatro sigilosos corrimos a la verja de hierro que cerca del confesionario daba a las escaleras para subir al coro, estaba abierta, después empujamos la puerta de madera que daba campanario, abierta también, apareció la vieja y carcomida escalera de caracol de madera espacio un poco oscuro con soñolientos y negros murciélagos adosados a las húmedas paredes, un poco más y el boquete del piso y las cuatro campanas. Geométrico Caraballo de tejados rojos y casas de guano, de manzanas perfectas, pocas pero perfectas, en el vórtice interior también dormida una lechuza. Al norte el humeante central Hershey, al este las azules lomas de Ponce, al oeste la caravana fúnebre llegando al cementerio. Al sur la Base de la Loma de Sacarías repleta de cuatro bocas esperando por el golpe aéreo que nunca llego por suerte.. …y cerca casi al alcance de mi mano la penca peligrosa que nunca que yo sepa le ha caído a nadie arriba,....., por suerte……….

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