lunes, 22 de febrero de 2016

Tremenda Taza pa' los carnavales

Autor: Andrés González
Ay la vida moderna! Tan distinta a "la otra", sobre todo cuando se contempla de este lado del Estrecho....
Temprano llegan mis camaradas maestros al trabajo, no importa su asignatura o sexo, partidos por el peso de sus bultos, cargados de mochilas, carteras, maletines y jabucos colgándoles de cualquier área de su anatomía corporal, hombros, antebrazos flexionados en V, espalda o pescuezo, pero ojo!, una mano, o las dos, con todos sus diez dedos son dedicados a sostener con elegancia el humeante vaso de Café Americano o la amarillenta infusión de Té. Esos, para mí, junto a la botellita plástica de agua y la lata de refresco o la "soda" son los líquidos extra corporales que más largas distancias viajan junto a los seres humanos en estos días.
Comencé a chocar con esta costumbre tan COOL de llevar en la mano y de beberse todo, buchito a buchito y lentamente, al arribar a Estocolmo en 1994 cuando seguía a los suecos, algo abochornado. Ellos Pepsi o Fanta en mano; Yo, con una bullera negra bolsa plástica de basura mediada de botellas y de latas de aluminio del Metro, a las escaleras eléctricas y de ahí a los parques donde se sentaban a disfrutar entre otras cosas de la breve luz solar del invierno escandinavo. Calcular después de interminable espera el momento del ultimo sorbo y capturarlos camino al depósito de basura (todo un arte) detenerlos infraganti cual policía al acecho, claro cortésmente en su IDIOMA pronunciar autoritario SLUTAAA!!! que quiere decir (PAREEE!!!) el resto, lenguaje extra verbal, apuntar con el índice a la lata vacía y está a mi bolsa, sonido de caja contadora al abrirse para caerle el cash, matemática elemental, simple ecuación 11 latas vacías = 1 Corona Sueca y Siete Coronas = 1 US Dollar........
Que yo recuerde en Caraballo el único ceremonial de trasladar un líquido a una o dos manos en un recipiente aun tibio y sonoro se hacía temprano y no tenía nada de COOL, de hecho casi siempre la persona designada para la diaria encomienda era una abuela o la tía más vieja, ni mujer joven ni varón de cualquier edad tenían que ver con el Tibor y su traslado…..Hecho para recorrer distancias cortas, carentes de tapa, la mayoría de los modelos, debían llevarse con enorme maestría y estabilidad a prueba de tropezones, en el trillo,,,,vampirezcos perse, reacios a mostrarse a la luz solar, fantasmagóricos y azulblanquezinos como opacos cometas sin cola del amanecer los rememoro en su lento movimiento horizontal hacia los escusados del fondo de los patios. Mucho menos recuerdo la deambulación parsimonia y lentitud en los caraballenses al tomarse una botellita de refresco prieto, marca SON cuando las vendían congeladas y a cinco centavos, les daré solo tres razones MATEMÁTICAS Y FÍSICAS. 1), se te calentaba, 2) la meta era tomarse la mayor cantidad en el menor tiempo posible, antes de que se acabaran, 3) los dependientes del bar no te dejaban sacar el envase ni al portal.
Regresando al tema Tiboral; me es imposible no narrar lo que me contó un pinareño diminuto en talla y colega "Albertico" que se hizo médico cerca de la edad del retiro, y limpio pisos en el Oncológico antes de empezar la carrera. El llegó adolescente a la ciudad de la Habana a convivir con una tía en un cuartico de la calle Desamparados en la época de Fulgencio Batista, consiguió trabajar para un Gallego que tenía una cafetería distante, el trayecto de ida y vuelta lo hacía caminando. Todas las tardes un sargento de la policía venía a comprar un tabaco Corona con un billete de 20 pesos, nunca le cobraban, por miedo a incomodarlo. Un día Albertico antes de entrar al trabajo compro un Orinal para su querida tía, en una ferretería cercana y se lo envasaron en una caja de regalos. Esa tarde volvió el policía al Café con los veinte pesos a comprar su tabaco habitual. Albertin miro de reojo al gallego que con un gesto de cabeza y un guiño de ojo asintió que esta vez le cobrara. Temblando como una hoja, le tomo el billete y lo metió en la caja contadora que sonó metálicamente al abrirse, le dio el tabaco y el vuelto observando la cara del vigilante tornarse rojo purpura. A media noche, al cerrar el negocio y camino a su casa por los portales habaneros cargando su caja entre las manos Alberto vio que lo llamaba el policía del tabaco sentado dentro del auto patrulla, "PÁRATE AHÍ" le grito, que llevas en esa caja a estas horas de la noche? con voz trémula le contestó "un tibor"….."para mi tía"… receloso y con la mano en el mango de la pistola le ordeno "mira arrodíllate y saca eso de la caja" cuando comprobó que no mentía, tomo la caja, le entrego sonriente el esmaltado recipiente y le dijo..."mira las cosas están muy malas en estos tiempos con los petardos y las bombitas, sigue pa' tu casa con eso sin la caja"....así camino tibor en mano abochornado y presuroso largas cuadras y avenidas de la antigua Habana nocturnamente iluminada...., nada... quizá en esta época hubiese sido COOL, la caminata.. LA HISTORIA lo hubiese ayudado, pues hasta envidiándole le gritaron desde los balcones" VAYAAA, tremenda taza asere, pa' tomar cerveza en los carnavales", o a lo mejor no lo hubiesen vislumbrado, amparado por los escombros y la oscuridad de los apagones.


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