martes, 17 de noviembre de 2015

Las Fondas

Autor: Andrés González


Me deja con la boca abierta que paradójicamente te sientes en un establecimiento con la idea de comer, pasar un buen rato y compartir con familiares o amigos y que de repente y sin pedirlo sin estar en "la carta", venga un moro y te sirva una ensalada de plomazos a boca de jarro. Confuso y peligroso el panorama actual, aparentemente lo mejor será tratar de no poner el muerto, o el herido en el mejor de los casos aunque como se dice por acá, siempre que te toca es, que escogiste el lugar y la hora equivocada.......
Había tres "fondas" que yo me acuerde en Caraballo, la de Sixto López, la de Miguel González "EL gallego", y la de Luis García. La primera a comienzos del Vedado si se camina hacia Aguacate tenia vista a nuestro pequeño Malecón y desde una ventana se podían mirar correr las majestuosas aguas de la Cañada y escuchar el intermitente canto de las ranas y los sapotoros.
La de Miguel, microscópica, incrustada detrás del taller de ajustadores o sostenes también suyo, y frente a esquina de la bodega de Alfredo Mesa por la calle del cine. La Fonda de Luis estaba casi llegando a las Cuatro Esquinas, después de la barbería de Hevia, y antes de la bodega gasolinera de Eduardo Díaz. Todas de no más de cuatro mesas, (preludios de "Paladar") palabra solo conocida en aquel entonces por solo tres caraballenses Ibarrola Nicasito y Lario,( para nosotros cielo de la boca).
Fondas extinguidas en el 1968 por la Ofensiva Revolucionaria, pero déjame ir más despacio, más atrás, solo unos cinco años, cuando todavía aparecían fuentes con bistec de res encebollado sobre fuentes llanas en los manteles blancos y platos hondos de gruesa loza con los famosos frijoles negros que hacia Ingracia la mujer de Luis; todo al carbón. Sentados en los taburetes, encorbatados y con la gorra quitada comen solitarios el chofer y el conductor de la ruta 67 Caraballo Matanzas, mientras Gandinga friega en el trasfondo de la casa. Los hijos Cacha, Juana, Ricardo y Orestes o se sientan en la sala aledaña o se paran en la acera, o conversan con los moros. Nunca muy concurridas las tres según mis recuerdos quizá por la competencia de las cocinas caseras y de las cocineras....
El restaurante de las cuatro esquinas con su acordonado portal (con franquicia gemela en San Antonio De Rio Blanco) llego para llenar el vacío de las fondas y el de las cocinas de las casas y de la heladera de Julio y del Bar del Chino Machado y el vacío estomacal que ya comenzaba a sentirse. Al principio brillo en surtido como una bengala (los primeros meses). Con nuestras mejores ropas, y en cola temprana acomodados en sus sillas y mesas de hierro degustamos moros y cristianos, carnes, ensaladas mixtas, postres y una cerveza y la prohibición orientada de no darle propina a Nela, la mesera; luego, luego y poco a poco y siempre siempre arroz blanco potaje de chícharo y merluza..... un verdadero tiro al paladar o al gusto......
Hablando de tiros y para que vean que no hay a veces escapatoria, a Orestes el menor de Ingracia y Luis le dieron uno, en la pelvis a boca de jarro cuando pasaba frente a la fonda un grupo de simpatizantes" del proceso", frente a su casa, rodeado de sus hermanos, al principio de la Revolución y todavía no se sabe quién disparo........ 

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