lunes, 11 de noviembre de 2019

Cemento con Susto

Autor: Andrés González

Todo es veloz hoy en día; por ejemplo, "aquí" si quiero un saco de cemento, voy lo pago y lo traigo en 5 minutos y sin susto…. A Ramon Castro entre otras cosas le gustaba darlos, según supe recientemente, era un filántropo, "dador" asequible, amistoso dicen que benevolente y compasivo con las necesidades de los lugareños.
Con solo un viaje al mega proyecto ganadero Valle de Picadura que dirigía y exponiéndole tu necesidad era capaz de resolver sin costo por ejemplo cinco sacos de cemento.... Cinco Sacos de Cemento para unir bloques verdosos de esperar, en pilas, para levantar cuatro paredes y construir un cuarto en un pedazo del patio de los padres de la novia; buscando privacidad, a prueba de suegras, gemidos y susurros, su nido de amor.
Era lo que le fueron a pedir mis adolescentes amigos de la secundaria, en sus preparativos pre nupciales al hermano mayor de "quien" tú sabes.... Los atendió de maravillas vestido con los pantalones verde olivo con bolsillos de tachones, la camisa de cuadros, los botines de cuero negros, su sombrero tejano y su humeante tabaco, los llevó al comedor de sus trabajadores y los hizo almorzar; "mis obreros tienen que estar bien comidos" les expresó, les garantizó el cemento; no cinco, 10 sacos, "muchachos quiero que me inviten a la boda", se subió al jeep ruso, lo arrancó y les dijó "monten vamos a dar un paseo".
Visité el lugar hace 24 meses más o menos, tomé esas fotos, panorámicas; fui a visitar a otro amigo contemporáneo; fíjense, después del árbol ya viene el barranco, sus raíces se pierden en el risco vertical. Las auras planean en círculos allá abajo sobre los penachos de (por lo hondo) aparentes diminutas palmas reales........


Mongo Castro dejo de hablar en el viaje, detuvo el vehículo de frente al valle, unos 50 metros de césped verde en declive los separaba del abismo. A lo lejos la línea azul de la mar enmarcada entre dos lomas brumosas pegadas a la costa. Los miró de reojo, con picardía, movió la palanca de cambios a primera y empezó a avanzar hacia el despeñadero; primero lentamente, después más y más velozmente, aferrándose con las dos manos al timón, los miró por última vez, sorprendidos, aterrados, mudos, pálidos y lívidos del susto. De pronto giró el timón a la derecha y sin frenar golpeó un arbolito que detuvo la caída libre, justo frente al vacío, los miró muerto de risa y puso la marcha atrás....
No lo invitaron a la boda me cuentan, también se enteraron después, que no eran los primeros ni los últimos en experimentar El Ritual del Barranco... Una semana después un empleado del "Plan' sin decir una palabra guiando un lento tractor humeante tirando de una carreta con materiales de construcción les dejo en el portal 10 sacos de cemento.


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