Autor: Andrés González
Con solamente una peseta los padres abuelos y tutores en las tardes del
Caraballo que conocí lograban paz,, tiempo y confianza al poder
"deshacerse" de los vejigos y entonces dedicarse a trajinar en la
cocina, subir y descansar las piernas, o tener un rato de intimidad( a riesgo de incrementar la familia, por supuesto) Los que hoy por acá
no nos atrevemos a perder un nieto de vista, ni a soltarlo de la mano en
muchos lugares públicos hechamos de menos los coches de
caballo de Tite Blanco y Arrollo, compendios rodantes de Day Care y
After School Program,con un efecto hipnoticosedante que por muy ojiduro,
intranquilo o espabilado, después del paseo soleado, al ritmo
constante y cadencioso del cencerro el pasajerito/a retornaba con plomo
en los parpados, listo para la cama antes que la Calabazita se los
ordenara "Descapotables,con capacidad infinita, a prueba de accidentes y
sin extravíos de la mercancía, lo peor que podía pasar era un
aguacero ,con la ventaja que allí la lluvia siempre se ve venir, a lo
lejos como cortina blanca con fondo gris ......y si el traje de su príncipe o de princesa, se mojaba por falta de techo en el coche y se
le pintaba con el diluido tinte negro del bigote de Arrollo había la
posibilidad de irte para la competencia , (Tite Blanco igual no techo
pero no bigote ) ,.... ah! y como en Caraballo nunca se lavo en arroyos, sino en bateas , quitábamos fácilmente al otro día las
manchas de tinte con agua de lluvia recogida por las canales de los
techos y detergente en polvo, blanco .
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