Autor: Andrés González
Nada tan temerario en un Caraballo exento de peligros como ponerse de puntillas, ponerle el pecho al brocal, asomar la cabeza y mirarse reflejado abajo en el espejo redondo y quieto con el cielo azul de telón de fondo partido en dos mitades por el palo de la rondana.
Del agua en cubo de pozo abierto, al agua embotellada en pomos de cristal en camión a domicilio, creo que lo vi todo. Recuerdo al negro Jovito como primero, con destreza movía el fondo del cubo con la soga logrando abrir un poco la nata de polvo y hojas; entonces a dos manos lo subía bamboleando chocando de pared a pared,dando brazadas y pujidos mezclados con el chirrido de la rondana, el sonido del agua escapándose por el rebose y los tirones haciendo eco al caer y chocar con el fondo.
De los pozos cerrados con bombas manuales aún se siguió diciendo “halar” el agua rutina diaria para mi con cubito de 8 litros y tinaja en la cocina, o para mi vecino Tito Tavares cambiando de brazos en su bomba manual hasta que el tanque se botara. A veces era un trabajo, lo hacia Mery el de Tila, tenia un contrato con Santo Alonso y le llenaba el tanque elevado en su casa, otras veces me cuentan que fue una “pena mínima, halar y llenar el tanque del Cuartel de la Guardia Rural del Vedado por varios dias que imponía el cabo José Castañeda a algún transgresor de la ley”.
Un intento de que el agua mejorara en pureza lo vi en una tinaja con filtro que donaron a la escuela Miguel Mateo, aunque al parecer las conserjes Tertulina y Alicia Ancheta tanto para la sorbetera de helado de los días de fiesta o para trapear las aulas, los maestros capitalinos y todos los demás pupilos sofocados de las carreras del recreo, siguieron tomando agua del pozo a mano limpia o sucia que estaba al lado del Eucalipto y a metros de las letrinas.
La llegada de el acueducto con una pila en cada portal trajo el agua de Bainoa, aunque siempre Serafin Travieso el juez “el hijo del brujito”, desconfiado, prefirió buscarla de la propia turbina en su cuidado automóvil.
Por último hago una mención a Osvaldo “el pocero “, con poderes para detectar el mejor lugar para perforar y encontrar manantiales, con su sombrerito, su maletín de herramientas, su prominente nuez de Adán, su voz grave y sus orejas pequeñas y adelantadas ….. saludos para sus hijos, siempre en mis cumpleaños.
Me fascina acordarme de Mi Pueblo.