Conocer al enterrador de tu pueblo tiene su encanto, de el para atrás, la atención personalizada es siempre lo que uno busca y desea, cuestión que va desde el que te corta la tripa del ombligo hasta el que a los tres días después de tu entierro le bota el agua a tu jardinera llena de flores marchitas y contorsionantes larvas de mosquitos. Enterrador del cementerio de Caraballo, posición laboral única, de ubicación aislada; un trabajo tranquilo, de poca comunicación interpersonal y eso si físico; pero con la conveniencia de nunca ser nocturno.
Miguel Viciedo "el patero" fue uno de los sepultureros de Caraballo, su primer oficio fue vender paticas de puerco, de ahí su primer apodo, aunque después cuando la "fiebre porcina" y la subsecuente cuarentena decretada que hicieron de los puercos un animal extinto y deseado en la provincia Habana Campo, se dedicó a vender coloreados granizados en cucuruchos de papel llenos de hielo frape que rayaba de una cristalina y cóncava piedra de hielo, el cual compactaba y saborizaba a gusto del acalorado consumidor a eyectantes chorritos de botella invertida.
Su goteante carrito de tres ruedas y techo de zinc dejo de transitar por las calles también por decreto, esta vez, contra los negocios particulares, apagando el sonido gangarrioso y alegre de su campanilla dorada. Miguel paso a ser de granizadero a enterrador y el sonido de las campanas esta vez de la iglesia, doblando a paso del cortejo fúnebre, fueron las que le avisaban a él, a tres kilómetros del pueblo de la aproximación de otro "usuario". Fue ese su ultimo oficio hasta un día que decidió no seguir entre los vivos...
Trato yo de recordar, si Primitivo Echevarría en esa ausencia inesperada lo reemplazo o si alguna vez fungió en esa posición.... A. Horta, otro sepulturero, si lo recuerdo principalmente porque durante el "periodo especial" al regresar de un entierro y darse cuenta de que le faltaba una pollona de su cría de gallinas se paró en la cerca del patio y le vocifero a voz en cuello a todos sus futuros clientes "ME ESTAN DANDO Y NO SON CONSEJOOOSSS". Si, todo cambia, Chuito el actual sepulturero me paso en esta visita mía, envejecido y celular en mano, en bicicleta pedaleando de frente, entre el contén de la acera del parque y el Chevrolet de los cincuentas con chofer alquilado (más máquina del tiempo que la máquina del tiempo) que me paseo por el pueblo. Lo recordé de chamaco, cuando le tocaba quedarse para agarrarnos uno a uno, jugando al pito pito en las noches cálidas, sentados en la puerta de la iglesia; era veloz corriendo y "nadie" se le escapaba... Si, todo ha cambiado, ya no hay cortejo pues la funeraria está a la salida del pueblo, estimo los redobles de las campanas serán (si son) cortos e innecesarios para prevenir a la distancia que ya partió un nuevo inquilino. Incluso la soledad majestuosa del cementerio ya no es tal, vi colindante al camposanto un nuevo edificio blanco, me explican un “banco de semillas para la agricultura" con empleados vivos y coleantes. ¿¡Diferente verdad?, que idea!?, pero creo al menos hará menos solitaria la jornada laboral de Chuito, hasta lo llamaran para conversar y tomarse un café mezclado, con ellos, quiero decir no tan solitario…. así que olvidémonos, de la PAX de los sepulcros y los campanazos, con llamarlo por teléfono y decirle " CHU para allá va el muerto" basta....