Los chicles o la goma de mascar, invención y símbolo del "Enemigo del Norte" desaparecieron de arriba de la nevera del Bar de Aparicio a principios de los sesentas, no se escabulleron solos, como por arte de magia y poco a poco los siguieron el pomo de cristal y tapa de rosca de la amarillenta mantequilla, los bombones de licor, los tibios pastelitos de guayaba, los refrescantes batidos de trigo, la burbujeante botella del refresco Materva y un largo etc etc. Aprendimos a vivir sin el chicle, fueron aclarándose de su adherida y pecosa apariencia los pisos de los portales de los bares y las aceras del pueblo; los buscamos subconcientemente, masticando cualquier cosa, un hilo de la camisa un pedazo de cámara de bicicleta, el pellejo de la fruta del caimitillo, eran difíciles de olvidar, su sabor, su olor. Unos los de hacer globos, rosados como goma de borrar y, sus envolturas de subtituladas postalitas en inglés y otros en cajitas amarillas con ventanillas de celofán por donde asomaban su nacarada, blanca y cuadrada figura. Es que es tan difícil a veces deshacerte de ellos, escupirlos aunque tus quijadas estén adoloridas y a punto de desfallecer.
Trabajando en el hospital de Santa Cruz del Norte en los ochentas una abuelita serrana me trajo a su nieto al Cuerpo de Guardia, me pareció al mirarlo que tenía Paperas, inseguro y desconfiado de mi diagnóstico le pregunté "Cuando regresaste Hortencia de tu visita a Estados Unidos?" me contestó "ANTIEERR"... Ay el chicle!
Trabajando en el hospital de Santa Cruz del Norte en los ochentas una abuelita serrana me trajo a su nieto al Cuerpo de Guardia, me pareció al mirarlo que tenía Paperas, inseguro y desconfiado de mi diagnóstico le pregunté "Cuando regresaste Hortencia de tu visita a Estados Unidos?" me contestó "ANTIEERR"... Ay el chicle!
Siempre amenazando a nuestra juventud y al hombre nuevo,( a mi)
nuestra integridad, y cambiando la configuración de nuestro macizo facial. Nosotros
en Caraballo, lo recordábamos con ambigüedad y confusos sentimientos en los
sesentas en el parque, salvados por la ausencia de visitas de emigrados y
traidores a la patria que no regresarían JAMÁS!! confortados por la lírica
antimperialista de un cantante argentino que se mofaba en la letra de una canción
y a teatro lleno entonando "DE MANDÍBULAS GRANDES DE TANTO MASCAR CHICLES
ES MUY COMÚN EL VER A LOS AMERICAAANOS..." creo que antes de morir hizo
giras artísticas por acá por el interior Del Monstruo y no sé si la canto aquí......
Solo una vez una sola y única vez, en aquella larga ausencia reapareció
el Chicle en Caraballo brevemente, la noticia de su llegada se corrió por todo
el pueblo, curiosos corrimos al reencuentro, esta vez ,lo vimos expuesto debajo
del cristal de la ex farmacia del Doctor Lario, en la cola, para comprarlo, lo
adoramos como los reyes magos al Niño Dios en su pesebre, pues es cierto que
nada se anhela más en la vida que lo prohibido, no importó que el farmacéutico
Orlando Padrón nos advirtiera "Que no eran los mismos chicles" y
luego se retirara a la parte posterior de la farmacia con una sonrisa en sus
labios. NO, para nosotros eran chicles, Y HABÍAN VUELTO!, esa noche en el
parque hasta altas horas de la noche, los masticamos con vehemencia, oímos música
americana en un radio de baterías, decidimos no escuchar al joven Silvio Rodríguez
cantando FUSIL CONTRA FUSIL o al negrito Harry Lewis con su rítmica
"pangola pangola vamos a sembrar pangooolaaa" al otro día cagamos
mucho mucho, mucho y muchas muchas veces,.......
Recientemente el viejo Silvio anduvo desarmado, esta vez, por
Washington DC, Mister Kerry con sus mandíbulas grandes anduvo la Habana con
Eusebio. Tenemos otro negrito que nos canta..." drume drume nengritooo que
tu mama está en el campo sembrando pangola todavía" y hasta otro argentino
con voz, ayudando desde Roma. Parece que volverán los chicles a CARABALLO, atentos
a donde nos lo van a vender, si en la farmacia o en el bar, no vaya a ser que
nos caguemos de nuevo..