Autor: Andrés González
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Por primera vez me ha tocado irme a Las Vegas, me han
planchado todo lo más blanco, fresco y ligero que poseo, pues dicen que chocaré
con el desierto, el calor y el sol abrazador, también con el aire
acondicionado, los espectaculares casinos, sus luces multicolores y con todo lo
demás que reparten por allá....
En primer año de medicina, trabajando por las tardes en el policlínico
Primero de Enero, caminando la calle Primera de Miramar, con mi bata blanca sin
cuello estábamos realizando un censo para sectorizar a la población, de casa en
casa golpeando puertas pedíamos la Libreta de abastecimiento, para saber
nombres y edades de los integrantes de cada núcleo familiar, con este servidor
de Caraballo, el negro Calderón de Alquízar y Juan Ríos de Bauta, todos de
blanco sedientos y sudados tocamos a la puerta de la primera Bailarina Alicia
Alonso, nos atendió una mulata que después de mucho rato regresó con el
documento muy bien conservado, lo mismo nos pasó cuando abriendo la verja de
hierro de la mansión del General Calixto García sus hijos que estaban sentados
fuera se miraron extrañados ante nuestra insistencia, un poco más de tiempo
para encontrarla costo esta vez y de nuevo pulcra y sin manchas le sacamos la información
deseada a la muy escurridiza libreta del general. No tuvimos suerte con la casa
de Osvaldo Dorticos, a medianía de cuadra salió de la garita el verde olivo
custodio y con el índice autoritariamente nos indicó cruzar la calle...
En tercer año de la carrera con el sol ardiente, sudoroso y
sediento se me ocurrió entrar en el Hotel Habana Libre me senté frente a la recepción;
el aire acondicionado tiene olor a confort, inmediatamente un fornido joven de
guayabera blanca se me sentó al lado y me susurro al oído "aquí no puedes
estar".......
Nania Aguiar manejaba magistralmente la Oficoda de Caraballo
nunca faltaba al trabajo por causa de la transportación pues solo tenía que
cruzar la calle para abrir las puertas naranjas de su oficina, a su secretaria
Elsa Reyes tampoco le costaba mucho llegar, solo doblar la esquina del Bar de
Pepe Pou. Después de la Iglesia Católica la Oficoda era una de las
instituciones más longevas y también tenía la mística Wall Street por su
impredictibilidad de si habría más o menos en la BOLSA a principios de cada
mes. LA OFICODA y Nania con sus grandes tomos, libracos de asentamientos, traslados,
dietas especiales, la sección de asignación de las tres cajas de cerveza, el
ron y los panes de bocaditos de cumpleaños y casamientos, las dos libras arroz
adicionales por el 26 de Julio y en Mayo la colosal tarea de que cada núcleo
recibiese un kake por el día de las madres, me parece recordarla con sus
espejuelos calobares, su saya negra buscando en los estantes y sacando los
gruesos registros para asentar allí los nombres y edades de un nuevo núcleo, anotando
que ya han cogido, la bodega de donde venían y que les toca aquí.....
Nada salgo de madrugada, talvez, quizá mañana cuando me
siente frente a una tintineante musical e impredecible maquinita tragamonedas a
mi lado más viejo e irreconocible y sin libreta de racionamiento, igual que yo,
este probando suerte el tipo de la guayabera blanca que me boto del Habana
Libre...
¡Feliz Día de las Madres!